…. Después de bastante tiempo separada, ya cinco años, seguía sin reanudar una vida en pareja y aún menos a tener relaciones sexuales. Me conformaba con masturbarme de vez en cuando y hasta hace poco tiempo me era suficiente. Últimamente, por algún motivo estaba más excitada de lo normal y la masturbación sólo me generaba mas deseo y ganas de tener relaciones sexuales. En realidad podría tener sexo con cierta facilidad, no es raro que hombres se acerquen a mi y se insinúen, pero no les había tomado nunca en serio. Durante mi matrimonio hacíamos el amor semanalmente pero nunca fue una pasión exagerada e incluso después de nacer nuestro hijo disminuyeron las relaciones sexuales.
Mi hijo tiene ya 18 años, todo un hombretón de 1,85. Es una persona cariñosa, compartimos muchos momentos y confidencias pero jamás le había visto como “un hombre”, hasta hace unas semanas en la que llegué antes del trabajo y él se estaba duchando, y como no es habitual que esté por casa a esas horas el tenía la puerta abierta de par en par. Me di cuenta ese día que ya no era un niño, su musculatura, el vello por todo el cuerpo, incluso su pene ya era el de un hombre, grande y robusto.
Incluso me dio vergüenza el pensar estas cosas pero no lo podía evitar y esa noche en la cena no podía evitar que pasara por mi cabeza su imagen desnudo, y me sentía avergonzada. Incluso el notó algo porque me preguntó si me pasaba algo a lo que contesté que “nada, nada”.
Esa noche, ya sobre las 3 de la madrugada me vi casi obligada a hacerme una paja, necesitaba sexo y no podía quitar de mi mente la imagen de aquella polla. Sentía vergüenza, pero la necesidad de sexo podía más.
Pasaron unos cuantos días pero no sólo no se iba de la cabeza sino que estaba literalmente obsesionada y de hecho empecé a hacer bromas a mi hijo, “hay que ver lo que has crecido y lo bueno que te has puesto”, “hay que ver como se te maca el paquete”. El se reía y decía “Mamáaaaa”, pero creo que le gustaba.
Una noche le dije “podrías hacerme un pase de modelo en ropa interior”, empezó a reírse y contestó “Nada, me lo pienso y lo mismo te doy una sorpresa”, pero ahí quedó la cosa.
Siguieron pasando los días pero no sé porqué las cosas habían cambiado y notaba que me miraba de forma diferente y yo a él.
Una noche que estaba ya acostaba viendo la tele, de repente se abrió la puerta y para mi sorpresa entró él, en bóxer y me dijo.”¿No querías un pase de modelo?”, me empecé a reír y el se puso a bailar. La verdad es que era un macho soberano con un cuerpazo impresionante. Nos reíamos y nos lo estábamos pasando bien con las bromas hasta que pasado un rato se sentó a mi lado en la cama.
Pensé que ahí quedaba la cosa pero de repente el introdujo su mano en el camisón y empezó a acariciar las tetas. Primero reaccioné mirándolo bruscamente pero no me salieron palabras y él seguía. Jamás me había pasado pero apenas en un minuto y sólo con el sobar de las tetas empecé con una descarga enorme, no recordaba un orgasmo como aquel. Cuando terminé, se levantó y se fue.
Por un lado tenía una vergüenza enorme pero por otra con la descarga me había quedado satisfecha.
Los días siguientes ni comentamos nada, yo casi le evitaba pero intentaba dar normalidad a la vida diaria. Pensé y me propuse que aquello jamás volvería a suceder.
Pasó como una semana y yo ya otra vez estaba necesitada de caña, pero no estaba dispuesta a que pasara nada, así que decidí masturbarme esa noche para calmarme. Esperé un tiempo prudencial y ya bien pasada la media noche me empecé a masturbar. Estaba excitadísima y me daba caña en el conejo insaciablemente. De repente se abrió la puerta y entró el, yo paré de inmediato y disimulé, pero el sonrió y me dijo ”Que colorada estas…”, levantó las mantas y se metió en la cama. Casi de inmediato se fue con su mano hacia mi campanario, mi tetas vibraban y con la otra se fue al conejo que estaba encharcado. No podía reaccionar, quería pero no me respondía el cuerpo, apenas en unos instantes, casi sin darme cuenta, me tenía bien empitonada y bien clavada con una polla soberana dentro.
Me empezó a bombear y aquello era impresionante, me di cuenta que necesitaba polla y bastante. En ese instante dejé de ser su madre y le pedía polla y aunque me sentía puta quería más. Esa noche me bombeó bien y me dejó totalmente satisfecha. Por la mañana cuando desperté ya se había ido.
En los días siguientes ignoramos lo sucedido y yo incluso hice firme promesa de que aquello no volvería a suceder pero la realidad que ya llevamos años y me sigue dando caña, incluso se ha casado pero me llevo mi polla semanal. No me importa reconocerlo. Caña al cuerpo y que siga mucho tiempo.