Este relato es real, no los nombres para que no me reconozcan.
Me llamo Alejandro Sortido, tengo 44 años y trabajo en una fábrica de calzado del gran Buenos Aires.
Siempre me gusto hablar de mas y dármela de macho, de que se hacia lo que yo decía y que algún día el dueño de la fabrica me iba a escuchar. Hacia bromas sobre su escritorio, uno grande y antiguo de madera muy pesada y maciza que tenía en el frente un barral el cual yo decía que tomaría por allí lo sacudiría y lo tiraría por la ventana. Cada vez que lo veía al dueño en voz baja le repetía a los compañeros lo que haría.
Recuerdo una tarde en la que discutíamos aumentos y donde el encargado nos respondió que el dueño había negado ese aumento porque creía que no lo merecíamos. Ese día estábamos todos muy enojados y los ojos estaban puestos en mí, el macho alfa y esperaban que hiciera algo. Yo no podía negarme, había vendido un personaje y tenía que hacerme respetar.
Les prometí a mis compañeros que ese día me quedaría hasta después que se vayan todos y le cantaría las cuarenta a mi jefe. Mientras ellos se iban algunos me alentaban y otros me decían que no me sobrepase, que tenga cuidado de no hacer una locura.
Sin dudarlo me fui hasta la oficina y abrí la puerta de vidrio sin golpear para que vean antes de irse que había entrado como un macho:- Quiero hablar con usted-le dije seriamente- y quiero hablar ya.
-Primero, en mi oficina se golpea y se espera y segundo estoy ocupado- me dijo el jefe
-No me venga con que está ocupado, usted nos trato de vagos y que merecíamos el aumento y ahora quiero que me explique eso.
-No tengo tiempo para vos, cualquier duda evacúala con tu encargado.
-¡Sabe que le voy a evacuar!-dije alterado y siguiendo mi papel de macho- nunca más se va a olvidar de mi.
Termine de decir eso y tome el escritorio por la barra queriendo sacudirlo enojado. La verdad que no pude moverlo y no recuerdo mucho más porque de pronto sentí como si me hubiera pateado un caballo y perdí el conocimiento. Cuando me desperté mareado estaba esposado al barral del escritorio y con las manos pegadas con cinta de embalar al barral. Estaba totalmente desnudo y el jefe me miraba sonriendo desde su silla.
-¿Y macho? ¿Qué te paso? Bueno, ni te habrás dado cuenta. ¿Viste este barral? Esta electrificado. Si no me crees mira- dijo pulsando una perilla.
-Ahhhhhhhh
– Ese fue solo un golpecito, puedo más fuerte- y nuevamente pulso la perilla
– Noooooooooooo
-También tengo este controlcito de bolsillo y te puedo dar fuerte o despacio- y comenzó a jugar con la intensidad mientras yo gritaba y me retorcía de dolor.
-Te gusta hacerte el machito, pero acá el único macho y jefe de la fábrica soy yo, los demás son mis mujeres y yo me los cojo.
Yo pensé que hablaba solo para darse aire de importancia, para sobrarme y más en mi situación. Pero cuando se puso de pie y comenzó a quitarse el cinturón me asuste e intente zafarme. El pulso otra vez el interruptor y yo grite mientras se me doblaban las rodillas.
El se saco la camisa, se saco el pantalón y pude ver un gran bulto bajo su bóxer. Se lo acaricio y me miro riéndose. Luego se lo quito y vi un pene enorme, grueso, largo y erecto. Su glande era como una manzana, las venas se marcaban en todo el tronco. Tendría cerca de treinta o más centímetros.
-No por favor, déjeme ir, que va a hacer, déjeme-le suplique a lo que él respondió con otra descarga
-Si te resistís de doy más descargas
-No por favor, ya no, pero déjeme- ante mi nuevo ruego el amago a darme una descarga y yo grite- noooooo
-Me parece bien que vayas aprendiendo- me dijo mientras caminaba y se ponía atrás mío- esto te va a gustar.
Acto seguido me escupió en la cola, yo instintivamente cerré los glúteos pero él me dio un golpe en ellos y empezó a castigarlos un rato con la mano y otras con su cinturón hasta dejarlos colorados y yo dolorido y lagrimeando. Nuevamente me abrió los glúteos y escupió en mi ano.
-No por favor jefe, es muy grande, usted sabe que no va entrar, por favor, no voy a volver a hacerlo, la cola no por favor.
El no me hizo caso y apoyo la cabeza de su miembro en mi cola lo que me paralizo y comencé a llorar como un niño aterrorizado. Poco a poco comenzó a hacer fuerza, primero sentí un poco de tranquilidad porque era muy grande y no entraba, pensé que me salvaría pero el saco un poco de vaselina y me unto una gota en la cola – solo para que resbale me dijo- y siguió empujando.
Siguió un rato y de tan grande la verdad no entraba. Entonces comenzó un juego de dar empellones con su pene a mi cola. El sabía lo que hacía porque en un momento dado comenzó a dolerme. Aunque no entraba de a poco me estaba dilatando. De golpe lo apoyo otra vez y comenzó a empujar.
-Nooooooo por favor, no entra, es muy grande
-Cállate puta
– Noooo mi cola por favor no, duele, es muy grande por favor no
-No te resistas que duele más, ya vas a ver como entra.- Y dio un empujón y sentí un dolor enorme, como si algo se hubiera roto y sentí como la cabeza empezaba a abrirse camino en mi ano.
-Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhggggggggggggg Nooooooooooooo por favor
Mis piernas flaquearon y se me nublo la vista, el dolor fue creciendo y sentí que no dejaba nunca de entrar hasta que lo sentí su pubis pegado a mi cola.
-Ahora vas a saber lo que es bueno- me dijo y comenzó un mete y saca violento
-Aaaaaaaaaaaaaaagggggggggggggggggggggggggggggggg Ah, ah, ahhhh,aaaaaaaagggggg
-¿Te gusta putita? Decime que te gusta y SOS mi puta o te doy picana otra vez – y tomo el control en su mano
-Noooo por favor, soy aaaayyyyy soy tu puta ayyyyyy co aaggg cojeme me aaaayyyy me gusta. Me gusta, me gusta, cojeme por favor- decía entre gritos y llanto
El dolor era insoportable, cada empellón de su polla en mi cola me aturdía, me llenaba de dolor, ardor, me dejaba sin fuerzas y me hacia llorar sin parar.
En cierto momento y luego de media hora o mas cojiendome ve venir al guardia nocturno de la fabrica y me dice- Cuando este cerca vas a gritar que queres que te coja, que te gusta, que soy tu papi y vos mi nena puta así el piensa que esto te gusta y si no hay picana otra vez ¿Esta claro? Y si el entra le vas a pedir que también te coja.
-Noooo, por favor, otra pija mas no.
Ante mi respuesta saco su pija y me dio un cosquilleo de corriente y yo me paralice y me puse a llorar peor y le dije que aceptaba. El de un empujón me la metió otra vez y me dijo grita.
-Cojeme por favor, así me gusta papi, duro, soy tu nena puta papi cojeme, rómpeme la cola por favor, haceme tuya papi, soy tu putita
El guardia se quedo mirando sorprendido como el dueño se cojia violentamente a un obrero puto que le pedía que se lo coja. Bajo su pantalón se notaba una excitación y el dueño lo invito a entrar a la oficina y me nalgueó para que siga mi actuación.
-Cójanme por favor, quiero ser su putita ayayay agggg –grite mientras el dueño me daba con violencia
Yo pensé que el guardia diría que no, que nos dejaría solo pero me equivoque y lo vi sacar su pene erecto, más fino que el de mi jefe pero más largo. Mi jefe se aparto y le dejo hacer. Sentí un dolor agudo cuando me penetro y llego más adentro y empezó a violarme con violencia como soltando toda su bronca. Mi jefe aprovecho y me la metió en la boca y comenzaron a cojerme por la boca y la cola los dos juntos alternándose. Estuvieron así por cerca de una hora mientras yo gritaba y lloraba. Me llenaron de leche por todas partes, mi pelo estaba pegajoso y lleno de su leche.
Cuando se cansaron el guardia se vistió y mi jefe se paro atrás mío. – El acto final de esta cogida- dijo e hizo algo que no esperaba y fue brutal, aun hoy tiemblo al recordarlo y lloro. Con violencia me dio un puñetazo en la cola y me penetro con su puño hasta el codo, sacudió un poco el brazo y yo grite hasta que perdí el conocimiento.
Me desperté en el callejón detrás de la fábrica, totalmente desnudo, choreando leche mezclada con sangre por mi ano. Sentí que no podía caminar y me acurruque llorando en un rincón. Estuve casi toda la noche allí tirado llorando. Luego de unas horas y antes que venga el primer turno me arrastre como pude y apoyándome en las paredes camine protegido por la oscuridad un par de cuadras donde me desplome. Un patrullero que pasaba por allí vino a socorrerme, le dije me robaron, me violaron, eran cinco villeros. Invente toda una historia y la repetí en el hospital donde estuve por tres días con el ano completamente desgarrado.
Luego volví a la fábrica porque no quería que nadie se entere. Mi jefe me miro y se rio, yo baje la vista. Aun hoy no puedo mirarlo a los ojos y tengo miedo de tenerlo cerca.