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Mi primera infidelidad, mi comienzo

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Sus pasos se apresuraron al reconocer el auto blanco estacionado a dos cuadras de su posición, justo en el punto acordado. Su mente inconscientemente empezó a volar, en realidad su imaginación había echado a andar desde que habló con él. Su voz firme y bien timbrada, cuando la llamó para decirle donde la esperaría la hizo estremecer y su cuerpo reaccionó de manera progresiva, sus pezones prietos y pequeños se erectaron   y la vagina sufrió una oleada de líquidos que mojaron su hilo negro de fino algodón, sintió como el clítoris se le endurecía mientras se pasaba la lengua por los labios de manera involuntaria.

Los mensajes de texto que habían intercambiado,  posteriormente a la llamada, daban cuenta de lo que iba a pasar entre ella y su amante. Usó ropa casual, vistió su sexo con un hilo negro, mientras se sobajeaba las nalgas pequeñas pero firmes y observó su cuerpo ante el espejo de su habitación mientras se ajustaba el brassier negro que hacía ver más grandes sus pechos voluptuosos y generosos. Se puso un jeans algo desteñido y una blusa negra holgada  y unas sandalias que dejaban ver sus pies bien arreglados.  Salió al encuentro  mientras respondía a los continuos  sms que le escribía el tipo que iba a disfrutar su cuerpo de mujer casada, de hembra en celo, hambrienta de ser tomada y sometida,  ávida de sexo, quería probar una nueva verga y la de Daniel era muy llamativa en su opinión. Este le había enviado dos videos donde mostraba su cuerpo atlético y sobretodo esa verga que se veía gruesa, grande y bien formada. Te la voy a hacer tragar toda hasta las bolas le había prometido él.

Aunque sentía un líquido frío que le recorría la columna vertebral, en todo este tiempo ni se acordaba de su esposo, su mente embriagada en lo que iba acontecer estaba concentrada en saborear a ese hombre que la había impactado y motivado a ser infiel nuevamente. Se subió al carro y algo nerviosa le estampó un beso en la mejilla al hombre que la iba a poseer quien sabe de qué maneras mientras este arrancó el vehículo, sin observarla, enfiló para el motel donde iban a dar rienda suelta de su lujuria desenfrenada.

Entraron a la habitación y tras cerrar la puerta y poner una botella de vino y un vaso en la mesita ubicada entre unos muebles rojos de cuerina,   la tomó de la cintura, la atrajo para sí y la besó apasionadamente, hundieron sus lenguas hasta  sus gargantas, sus salivas se mezclaron mientras sus manos exploraban mutuamente sus cuerpos, ella lo abrazó por el cuello como  diciendo, al fin eres mío. El cogió el rostro de ella con sus manos y la hizo chuparle la lengua tal como lo haría con su garrote macizo de carne de 28 cms de longitud. La tenía super dura al mismo tiempo que ella le buscó la bragueta para bajarle el cierre y obtener el premio deseado, quería sentir entre sus manos ese aparato que se pintaba como algo fuera de serie y al tomarlo pudo percatarse que sus dedos no cubrían la circunferencia del pene y ambas manos juntas masturbándolo no agarraban toda su longitud, era mucho más grande de lo que se imaginó y eso logró que chorros de líquido empaparan su chepa. La hizo arrodillar mientras la tomaba del cabello negro rizado y le puso la verga en la boca y ella empezó a besar el glande cabezón, lo lamió desde la cabeza hasta los huevos, parecía desesperada, lo tragó poco a poco, era demasiado grande y su boca se engullía como podía ese pene, sus tetas se salieron al ser despojadas de su prisión y la blusa ya reposaba en el suelo, estaba desnuda de la cintura para arriba, de rodillas, chupando una verga que no era la de su marido. Sus húmedos gorgojeos excitaban aún más a Daniel quien estaba fascinado con esa tremenda hembra casada que tenía a sus pies. El desnudo de pie frente a la dama con la que tenía meses chateando y que por fin ese día la tenía allí lamiendo sus bolas y su verga erecta que era literalmente tragada por la boca húmeda y hambrienta de ella, quien ya lograba meter hasta su garganta casi la mitad de su extensión produciéndole arqueadas y mucha saliva, que rica verga tienes mi amor, le espetó, es más grande de lo que me imaginaba, mira como me la trago, uhm.. que ricaaa, uhm… que cabeza tan gruesaaaaa, no me entra toda!. Su lengua subía y bajaba del glande hasta las bolas y se detenía en el orificio de orinar al que le pasaba e introducía la puntita de la lengua. Asi estuvo un largo rato hasta que él la cogió del cabello y comenzó a bombearle la garganta haciéndola casi vomitar y arrancarle lágrimas que desteñían el rimmel de sus ojos dejándole estelas negras por sus mejillas.

La hizo poner boca abajo, ella dócil se aprestó a recibir ese mástil pulsante por su vagina, pero se estremeció cuando el se colocó  a la entrada de su orificio anal a lo que ella preguntó asustada pero sin moverse, me las vas a meter por allí? Por  favor, la tienes muy grande, me vas a a hacer daño, soy estrecha, te ruego por allí no, mejor adelante, no por favor rogó, papi me lo vas a dañar, tienes una verga descomunal, me vas a partir en dos por favor, no no!. El ignoró las súplicas y ruegos, no esperó más y la penetró por el culo, éste ofreció resistencia pero su arremetida era sin pausa, lentamente, sin detenerse, le preguntó, putita te duele o te gusta, ella resignada pero más ardiente que nunca respondió: ambasssss, pero no te detengas, dale métela pero hazlo despacioo, ya borracha de lujuria. Sus ojos se blanquearon cuando sintió que el pene de él se abría camino entre sus entrañas acomodándose a su diámetro, sus esfínter le dolía como partiéndose pero la arrechera era mayor.  Haaaazme tuya, gritó, méteme toda la verga en el culo, quiero ser tu puta!, dame verga papi! seré tuya cuando quieras! le prometió. Su pelvis chocaba con las nalgas de ella abriéndole y penetrándole más y más el ano dilatado que ya adaptado al grosor y longitud de la tranca de Daniel se abría en un boquete ancho y maltrecho en la casi una hora de embestidas profundas, ella con sus ojos entrecerrados disfrutaba, hasta la saliva se le salía por la comisura de los labios, ebria de tanta verga, su ano estaba tan abierto que le sacaba pedos por el aire que se le metía con cada arremetida.

Ella estaba disfrutando, iba a explotar en un orgasmo que le desgarraba palabras que nunca había dicho, así chucha, culéate a tu zorra, me has castigado el culo, tómalo y no pares, culéame toda la noche, quiero que acabes dentro de mis entrañas, quiero que sigas haciéndolo, amo esa verga, la tienes muy rica papi, amor me has culeado como un caballo, sigue méteme esa verga sigue, sigue y el jadeando le increpaba, ¿te gusta mi verga?, ¿eres mía putita? Si chucha soy tuya para siempre, nunca dejes de darme verga, quiero tenerte siempre, ayyy asi sigue sigue, me moría de ganas, no sabes cuánto he deseado meterme tu veerga, uhhmmm, su voz jadeante repetía y expresaba libertinamente sus ansias de comerse la verga de Daniel mientras este la bombeaba sin piedad, con cada embiste arrancaba gritos y gemidos incesantes, la hizo acostar boca arriba y abrir la piernas de par en par y agarrándole los tobillos, la volvió  a penetrar sin misericordia, se escuchaba el entrar y salir burbujeante de la herramienta en su ano. Sus sollozos y lloriqueos inflamaban  el acto, ella sentía que la estaban sometiendo de una manera inimaginable, la verga del tipo le llegaba hasta el fondo y sentía su ano dilatado, el dolor se había ido dando paso al gusto, no quería desprenderse de ese palo grueso que la bombeaba brutal pero encantadoramente. Quiso subirse encima de él para cabalgarlo, quería mirarlo a la cara y besarlo mientras era sodomizada y ultrajada a gusto. Así se mantuvo largo rato en el rítmico sube y baja, sintiendo la embestida frenética del  yermo ardiente de Daniel,  el agarraba y cacheteaba las tetas oscilantes mientras le decía de todo: verdad que eres putita, estás bien arrecha, así me gusta,  a ella le agradaba escuchar eso y la puso a punto hasta que explotó entre espasmos y temblores,  exhalando un grito sórdido, profundo al tiempo que balbuceaba la felicidad que sentía, con voz palpitante con sus ojos entrecerrados, su boca abierta como queriendo tragar aire clavando las uñas en las piernas de su corneador quien a su vez incentivado derramó toda su leche por segunda vez en las entrañas de la puta que se estaba espoleando,  ella sintió el caliente líquido inundarle los intestinos y su ano empezó a hacer arqueadas expulsando el material lechoso pero tenuemente amarillo. Al separarse ambos cuerpos, ella agradecida se incorporó y comenzó a mamar y lamerle el glande con los restos interinos y la esperma liquida que aún brotaba del huequito de orinar de la verga de Daniel, ella lamia y lamia para no dejar perder nada mientras tragaba y chupaba la cabeza como absorbiendo lo poquito que salía.

Se  metieron al baño, el agua tibia comenzó a rodar por sus cuerpos sudorosos mientras se besaban apasionadamente enroscando sus lenguas ella le prometió  que se iban a volver a encontrar pronto y ella le aseguró que sí.

Al bajarse del carro, cerca de su casa, las piernas le temblaban y el ano le ardía, aun llevaba en su mente las escenas vividas y ahora venía el remordimiento, aunque se había bañado, sentía que adentro de sus entresijos llevaba restos de la leche de su infidelidad, debía defecar y expulsar toda la evidencia, eran las 12 de la noche y debía llamar a su esposo, encendió su celular y al ver algunos msj de su marido se dispuso a entrar  a la casa para asearse y descansar, al día siguiente debía continuar su vida normal, viajar hasta su pueblo y dedicarse a su hogar.


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