Tengo 35 años y 5 años de casada, a mi esposo le encanta el sexo anal pero tiene un pene muy grande, especialmente muy grueso y a pesar de usar lubricantes siempre es doloroso para mi; aunque la verdad desde que estoy con el he ido descubriendo que tengo un lado masoquista.
Me derrito cuando me muerde los senos, eso me excita inmediatamente, tanto que algunas veces mientras me besa y me muerde los senos tengo orgasmos sin que me penetre. El sexo vaginal es increíble, por eso me enamore de el, siento su pene como entra cm a cm hasta que toca mi utero, cuando yo estoy arriba cabalgandolo y me inclino hacia adelante, la penetración se hace muy profunda y eso me acelera demasiado, termino varias veces seguidas y cuando ya no puedo mas el me acuesta, me coloca las piernas sobre sus hombros y me penetra muy duro hasta terminar.
Cuando tenemos sexo anal a el le encanta mirarme la cara, y oir mis quejidos de dolor, se excita demasiado sabiendo que me duele. Lo que mas le gusta es acostarme boca arriba y colocarme una almohada debajo de las nalgas, luego me levanta las piernas bien arriba, se coloca abundante lubricante en su pene y en la entrada de mi ano y entra. Al principio el dolor es tan fuerte que le pido que no se mueva hasta que mi ano se acostumbra a su tamaño y lentamente comienzo a mover mis caderas, cuando el ve que ya me estoy relajando me penetra completamente, para poder seguir viendo mi cara de dolor. Pero despues de un rato el dolor se va convirtiendo poco a poco en placer y luego soy yo la que le pido que me penetre mas duro hasta que termino. He descubierto que los orgasmos con sexo anal son mas fuertes y la sensación del placer en mi cuerpo mas duradera.
El dia de mi cumpleaños me regalo un juguete sexual, un pene de silicona del mismo tamaño del suyo pero de color negro, le pregunte que para que ese regalo y me dijo que en la noche me iba a enterar. Despues de la celebración y unas cuantas copas de vino me llevo a la habitación y coloco el juguete en la mesita de noche junto con el lubricante, al principio solo se dedico a excitarme, me besaba y me mordía los senos, me acaraciaba y me penetraba vaginalmente primero con un dedo y luego con dos, hasta que estuve totalmente mojada del placer, entonces tomo el juguete y comenzo a penetrarme con el la vagina, primero suavemente y poco a poco aumentaba el ritmo provocándome mucho placer, cuando vio que estaba a punto de terminar se detuvo. Me coloco una almohada debajo de las nalgas como hace siempre para penetrarme analmente, pero esta vez entro en mi vagina, comenzo a moverse muy rico y de repente coloco el juguete junto su pene y trato de metermelo, el dolor me hizo gritar y pedirle que parara, pero no me hizo caso, en lugar de eso me levanto mas las piernas y siguio presionando hasta que entro la primera parte del juguete, la presión era demasiada, sentia como mi vagina se estiraba al maximo, le suplique que se detuviera a pesar de que disfruto el dolor esto era demasiado, pero creo que el vino de la cena lo habia hecho deshinibirse totalmente y habia sacado su lado mas sádico. Su cara de placer era incomparable, siguio moviéndose muy fuerte y cada vez que se novia, el juguete entraba mas y mas, hasta que sentí la base contra la entrada de mi ano, pense que no lo iba a soportar, que el dolor me haria desmayarme, pero no fue asi, y despues de un rato comence a sentir algo indescriptible, la presión se convirtió en una especie de cosquilleo que se fue haciendo cada vez mas fuerte, comence a gemir y le pedía que se moviera mas fuerte hasta que alcance el orgasmo mas fuerte que habia sentido, las contracciones de mi vagina presionando el juguete contra su pene lo hicieron acabar tambien a el.
Se recostó a mi lado y me dijo que no me durmiera porque solo iba a descansar un momento y luego iba a probar una doble penetración, el me penetraria analmente mientras usaba el juguete en mi vagina, y efectivamente lo hizo. Fue el mejor cumpleaños hasta ahora. Después de esa noche el juguete se ha convertido en un gran compañero de juegos, pero ya que mi vagina se esta acostumbrando a la doble penetración, me aterra pensar en lo que se le va a ocurrir luego.